
La manzana
de Isaac Newton, los campos de concentración nazis que padeció Primo Levi, el
alcoholismo de Charles Bukowski y otros santos bebedores, la ludopatía de Fiódor
Dostoyevski, los viajes como marino mercante de Joseph Conrad, la neurosis
cómica de Woody Allen, el Nueva York de Federico García Lorca, el exilio de
Milan Kundera, la revolución industrial en Charles Dickens, la paupérrima
Irlanda de Frank McCourt, la infancia sevillana de Antonio Machado, el Macondo
de Gabriel García Márquez, el zulo de Ana Frank, el presidio de Miguel de
Cervantes, la Argelia natal de Albert Camus, el Gulag de Solzhenitsyn, la
ceguera de Borges, el París de Henry Miller, los sanfermines de Ernest
Hemingway, las Meninas de Velázquez, el Guernica de Picasso, el grito sordo de
Munch, el tormento de Francis Bacon, el genio incontenible de Miguel Ángel, los
fusilamientos de Goya o los éxtasis de Santa Teresa.
Entornos,
épocas, hábitos, hechos, circunstancias, azares, éxodos, experiencias,
emociones que marcaron a creadores, autores y artistas, que influyeron en su
obra o le dieron sentido, materia prima que esculpieron, matizaron y expusieron
a la vista de todos desde su punto de vista personal y afortunadamente
transferiblemente. Nada surge de la nada, todos plagiamos a Homero y este lo
hizo antes a los dioses y los mitos.
No
contamos, nos contamos a nosotros mismos en historias y a esas historias
atravesándonos, con el afán de transcender o de que la sopa no se quede fría.
Recogemos las piezas del puzle y las reconvertimos en parte de nuestro
organismo, algunas sirven para ensalzar la belleza y otras para tapar los
agujeros. ¿Cuánto hay de biográfico en estas palabras, en todas las palabras
que se han escrito? Qué pregunta más absurda. ¿Cuánto hay de biográfico en
nuestra vida? Pues eso.
Viene esta introducción
al caso de un psiquiatra forense que desbordado por la acumulación de tareas en
el Instituto Anatómico Forense de su provincia, se le ocurrió componer en sus
ratos muertos un libro de autoayuda titulado Cómo evitar el suicidio en siete cómodos pasos hacia atrás.
La idea
matriz no era tanto la de salvar almas dolientes dándoles falsas esperanzas
–que también- sino la de conseguir que se redujese su carga de trabajo
contribuyendo con esos consejos a disminuir la cifra de cadáveres que le
llegaban por ese motivo con la etiqueta colgada del pie y la causa de defunción
clavada en el corazón, pues bastante tenía ya el galeno con los asesinados,
accidentados y los fallecidos de forma natural.
Lo que no
sospechó este comecocos es que esas
anotaciones que laboriosamente mecanografiaba su hijo por las noches
cristalizarían en un auténtico bestseller
entre la nueva clase pudiente, amén de las vidas pospuestas por una motivación
más egoísta que generosa, altruista o hipocrática, pero motivación al fin y al
cabo.
Los
ingresos obtenidos en metálico le permitieron solicitar una excedencia
indefinida, alejarse de los fiambres, firmar la segunda y tercera parte de la
saga con igual éxito de crítica y público, y finalmente, suicidarse por error
mientras probaba una de las técnicas propuestas para evitarlo. “Que la inspiración te pille trabajando”,
sostenía Picasso.
A partir
del éxito los acontecimientos de cualquier índole o se precipitan
vertiginosamente o son petrificados por inanición, no hay término medio, ni
presentación, ni nudo, solo desenlace.
Pero se
marchó con la conciencia tranquila, intuyen su colegas de profesión, por el
deber cumplido y seguramente porque una vez en la morgue que tan bien conocía
no tendría que encargarse él de sí mismo, de su cuerpo inerte. Y no hay mayor
descanso que ese para alguien que estaba harto de ver morir. Pura autobiografía
narrativa.
Los siete
sencillos pasos hacia atrás
1.-Deja para mañana lo que puedas
hacer hoy: como matarte, por ejemplo
2.-No se lo
pongas fácil a tu vecino ni a tu jefe ni a tu suegra.
3.-Si
fallas en tu intento, se van a reír mucho de ti.
4.-Si crees
que en el Más Allá te irá mejor que aquí, no has aprendido nada, alma de
cántaro.
5.-Suponiendo
que la reencarnación exista, ¿quién te asegura que no serás un perro a la parrilla
o un gorrión a las finas hierbas en tu próxima vida?
6.-Si
piensan que ya nada puede ir peor, aguanta un poco y comprobarás que no es así.
O sea, que estás bien, no te quejes, cojones.
7.-Los
chinos dicen que el concepto ‘crisis’ también significa ‘oportunidad’. Cágate
en ellos, ¡en todos y cada uno de ellos! Desahogarse libera endorfinas y
dopamina.
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RqR Escritores